jueves, 14 de abril de 2011

Se regalan títulos: incluso damos becas. Miren los programas/mallas de las carreras: enseñamos caleta.

Considérese lo siguiente:

- si un profe borra una de tres notas (la peor), significa que el alumno puede aprobar sin tener idea de un tercio del contenido del ramo,
- y si el alumno es del tipo "promedio", y termina el ramo con una nota 4 (en la escala del 1 al 7)...

...entonces podríamos decir (muy a la rápida) que él sabe: 2/3 * 4/7 = 38% del contenido del curso.


A eso, sumémosle que el profesor tuvo mano blanda en el examen, es decir, bajó la escala (para que pasara un número "aceptable" de alumnos), y le subió unos puntos por participación en clases.

¿Y si subió la nota por unas tareas? (que algunos hicieron y otros "pidieron ayuda").

Por último, sumémosle que no se alcanzó a ver todo el contenido del programa del curso, y la última materia -generalmente- se ve muy a la rápida, razón por la cual el alumno difícilmente la alcanza a digerir, entonces:


¿Qué porcentaje de conocimiento tiene el alumno?.


Parece chiste, pero es una práctica habitual. Una lástima, una vergüenza. Una pérdida de plata por parte de (padres de) los alumnos.



Ahora hay que mirar con más detenimiento esas mallas de las universidades, y los programas de cada asignatura. Si todas cumplieran con pasar de buena forma sus ramos, y se preocuparan que sus egresados dominen lo que se enseña (más del 50% de los contenidos por lo menos), entonces todas las universidades (acreditadas o no) serían iguales. Un profesional titulado de una u otra universidad podría ser igual de competente, o tener las mismas habilidades/formación para aprenderlas.



Pero de acuerdo a lo anterior, si esto es una práctica habitual en su formación, el titulado podría no saber ni la mitad de lo que debiera.

Y la universidad está vendiendo eso: su propaganda es que saldrá un profesional competente. Si sabe la mitad o menos de lo que dice, entonces igual tendrá el título, pero ¿será un profesional incompetente?.

Si hay contenidos innecesarios (que no sirven o son prescindibles para ser buen profesional), entonces saquénse y punto y enséñese lo que es importante. No se pierda el tiempo en cosas que no sirven. Pero si no se enseña lo necesario, entonces se están formando profesionales con menos herramientas para hacer su trabajo.

Si bien muchas cosas se aprenden (o terminan de aprender) con la práctica laboral, cuanto más se aprendería si se tuvieran bases de conocimientos sólidas.


La educación es un negocio en el mejor sentido: los estudiantes invierten años y junto al Estado pagan por formación de calidad, tanto en contenidos como en formación integral. Deben entonces exigir la calidad que se promete, con respeto y de buena forma a la altura de un profesional.

El alumno no debiera aguantar este tipo de "regalías". Simplemente debiera exigir que sus docentes sean capaces de enseñarles por lo que están pagando. Y eso NO debe traducirse en ramos más complicados, o atochados de información.


Solución (posible): una simple herramienta de gestión: verificar que los profesores pasan los contenidos del curso, y que sus evaluaciones reflejan el conocimiendo personal de los alumnos, y sus competencias aprendidas.

¿Demasiado obvio?

2 comentarios:

Byte77 dijo...

¡Excelente! Estoy totalmente de acuerdo a este post; ¿qué te parece si trabajamos en la propuesta que había quedado pendiente y la incluimos en el programa? ;-)

Ramiro dijo...

Sería interesante redactar algo al respecto. Por mi parte no estoy de vacaciones sino hasta febrero. Así que si quieres hacer propia la idea y formalizarla dale, y después me cuentas. O después la trabajamos.